En los años 40 y 50 del siglo XX proliferaron en Estados Unidos unas revistillas que contenían antologías de relatos de los géneros mal llamados menores como la ciencia-ficción, el bélico, el western, el terror, el negro o el policíaco. Revistas de materiales de mala calidad, de contenidos poco cuidados y de precio muy reducido, ideales para saciar los deseos más primarios de esa sociedad aparentemente perfecta surgida del éxito bélico y del nuevo régimen. Revistas que recibían el nombre de pulps. El pulp más importante del género negro se llama True Crime y seguía las andanzas de criminales, gangsters y maleantes de distinto pelaje. Se reverso ¿luminoso? era True Detective, centrada en las peripecias de los agentes de la ley.
Precisamente True Detective es el nombre que escogió el joven guionista Nic Pizzolatto (cuyo bagaje hasta este momento se limitaba a unos cuantos episodios de The Killing) para su primera serie como productor, guionista y showrunner. Una serie con un formato algo original: es una serie de antologías pero no episódicas sino a nivel de temporadas. Es decir, cada nueva temporada se cambiará el elenco, la historia e, incluso, el tono [1]. Lo único que no cambia es Pizzolatto y que siempre se seguirá los pasos de dos policías.
En esta primera temporada los policías son Martin Hart y Rusty Cohle, interpretados por dos estrellas de Hollywood (e íntimos amigos) como Woody Harrelson y el oscarizado Matthew McConaughey. Los dos comparten protagonismo con un tercer elemento no menos importante: Louisiana. Pero no la Louisiana glamourosa y cool del barrio francés de Nueva Orleans. No, la Louisiana rural, la sudorosa, la peguntosa, la paleta, la del Mardi Gras más chungo que Halloween, la del vudú, la de las sectas y el ocultismo, la de las plantaciones, la de los pueblos con nombres españoles y rednecks con apellidos franceses. El último sitio en el querrías estar a no se que fuera de paso. Un lugar de pesadilla que parece surgido de la cabeza de Lovecraft [2], que plasma con lucidez Pizzolatto (natural de Louisiana) en su libreto y al que convierte en imágenes Cary Fukunaga, que dirige los ochos episodios de la serie... cosas que parece que sólo ocurren en la HBO y que le dan al conjunto de la temporada un patina de uniformidad, como si se tratara de una película larguísima cortada en ocho (in)cómodas partes.
Podría hablar mucho de True Detective: de la tremenda interpretación del amigo Mateo, de las impactantes imágenes, de la intro (la mejor de la televisión en muchos años), de la subtrama ocultista, de Carcosa y El Rey de Amarillo, incluso de las lustrosas señoritas con las que se aparea el personaje de Woody Harrelson (ventajas de ser el productor y de que el otro personaje protagonista sea un bicho raro asocial). También de lo random que parece todo en la resolución del misterio y de esa moralina pro-religiosa final. Pero mejor no, porque no se ha escrito en Internet de otra cosa en el último mes y seguramente mucho mejor que las letras que pueda maljuntar servidor. Sólo diré una cosa: ¡si no la has visto, hazlo!
Pd1: este post de Marina en ¡Vaya Tele! sobre las referencias literarias de True Detective es muy top.
Pd2: mi apuesta para pareja protagonista de la segunda temporada:
Pd3: The King in Yellow a menos de un euro para Kindle... en inglés eso si.
Pd4: una de portadicas de pulps. Así, de gratis.
Un saludete, guap@s.
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[1] Esto es original pero no único, que Ryan Murphy ya lo hace con American Horror Story.
[2] Ese señor con una imaginación portentosa para lo macabro que luego escribía la mayoría de sus relatos con el piloto automático.
Pedazo de serie, deseando que llegue la segunda temporada y ver quienes son los elegidos.
ResponderEliminarVa a haber mucho hype hasta que se sepa la nueva pareja, espero que no defrauden
ResponderEliminarEl final fue un poco aquí te pillo aquí te mato, pero me pareció todo un serión.
ResponderEliminarPor cierto, leí que van detrás de Brad Pitt para que protagonice la segunda! A la espera.