Llegas a Madrid de un día para otro. Es la primera vez que sales del pueblo, de la zona de confort, y además no quieres abusar del ofrecimiento de tu nueva empresa de pagarte los primeros días de alojamiento porque de prudente a veces pareces tonto. No hay otra: terminas plantando la maleta en el primer sitio que encuentras que no tenga ratas y esté relativamente cerca del trabajo y de la estación de tren (porque eso de moverte en transporte público no lo controlas demasiado). Y a partir de ahí, sobrevives.
Al principio lo soportas porque te dices que es algo temporal, que pronto encontrarás un apartamento pequeño pero cuco que convertirás en tu hogar gracias a un catálogo de Ikea. Entonces es cuando te das de bruces con los disparatados precios de los pisos unipersonales en Madrid dentro de la circunferencia de la M30, con los zulos de 20 metros cuadrados, con los semisotanos para vampiros, con las buhardillas para hobbits, con los trasteros y cocheras reconvertidos en estudios. Te ves sobreviviendo el resto de tus días y te desanimas.
En esto que un día te encuentras con dos personas, compañeras de trabajo, que si bien no se encuentran en la misma situación que tu, sí que tienen el mismo problema: vivir sólo en Madrid es terriblemente caro. Os unís para intentar pasar de sobrevivir a vivir como debe de ser. Piensas que va a ser fácil pero, en cambio, en ese mismo momento, la odisea moderna acaba de empezar.
No buscábamos nada especial (o eso pensábamos): un piso con tres habitaciones espaciosas, en buen estado, a un precio ajustado a los días en los que vivimos y relativamente céntrico. Pues bien, parece que estábamos pidiendo el oro y el moro. Un mes largo y duro de búsqueda que finalmente ha terminado con final feliz... aunque durante el camino muchas veces pensé que no sería así.
Nuestro primer filtro era Internet. Lo de ir mirando hacía arriba por la calle buscando carteles de "se alquila" en las fachadas de los edificios me parece tan del siglo pasado y tan arriesgado (la mayoría de las veces la única información del cartel es un número de teléfono de contacto) que debería dejar de practicarse por parte de todos de manera inmediata. Miramos en En Alquiler, Fotocasa y, sobre todo, idealista.com (y no solamente porque los tres trabajamos allí si no porque, a pesar de tener menos inmuebles en alquiler que las otras dos, los niveles de calidad del proceso e información proporcionada de los inmuebles es muy superior), íbamos descartando los demasiado caros, demasiado lejos y/o demasiado viejos y empezamos a concertar citas con los restantes (ya fueran de particulares o agencias).
Cada una de las citas terminaba con una desilusión: piso grande pero con habitaciones sin ventanas ni ventilación, piso supuestamente de 90m en el que había que entrar de canto a los dormitorios, otro en el barrio de Salamanca por el que parecía que había pasado un terremoto y que no difería mucho de lo que te pudieras encontrar en una barriada marginal, otro tan barroco y creepy que Iker Jiménez disfrutaría como un enano, caseros que sólo buscaban estudiantes para poder engañarles y no llevar la fianza al Ivima, otros que en vez de arreglar los desperfectos van poniendo postits de "cuidado!" o "no usar"... en fin, que ante las desilusiones vas abriendo la mano en el primer filtro internetero y te vas encontrando con escombros cada vez mayores y más lejanos del centro.
En esto que encuentras un piso que está hecho un desastre por parte de sus inquilinos actuales pero que ves que puede tener potencial si se deja limpio y con muebles nuevos y se consigue una rebaja (aunque sea pequeña) en el precio. Apuestas... y ganas.
Después de un mes largo y duro ya tienes piso. Luego llega el elegir habitación, el mudarte, el convertir el nuevo piso en un hogar, los viajes a Ikea, el colocar la televisión en el punto optimo del salón, el hacerse colega del portero de la finca, las peleas con las operadoras de Internet... pero esto son menudencias, como todo lo que pasa en El Retorno del Rey después de que Gollum caiga con el Anillo Único al fuego del Monte del Destino, tu ya me entiendes. La odisea, como tal, ya ha acabado, esto son los títulos de crédito.
Un saludete, guap@s.
Nuestro primer filtro era Internet. Lo de ir mirando hacía arriba por la calle buscando carteles de "se alquila" en las fachadas de los edificios me parece tan del siglo pasado y tan arriesgado (la mayoría de las veces la única información del cartel es un número de teléfono de contacto) que debería dejar de practicarse por parte de todos de manera inmediata. Miramos en En Alquiler, Fotocasa y, sobre todo, idealista.com (y no solamente porque los tres trabajamos allí si no porque, a pesar de tener menos inmuebles en alquiler que las otras dos, los niveles de calidad del proceso e información proporcionada de los inmuebles es muy superior), íbamos descartando los demasiado caros, demasiado lejos y/o demasiado viejos y empezamos a concertar citas con los restantes (ya fueran de particulares o agencias).
Cada una de las citas terminaba con una desilusión: piso grande pero con habitaciones sin ventanas ni ventilación, piso supuestamente de 90m en el que había que entrar de canto a los dormitorios, otro en el barrio de Salamanca por el que parecía que había pasado un terremoto y que no difería mucho de lo que te pudieras encontrar en una barriada marginal, otro tan barroco y creepy que Iker Jiménez disfrutaría como un enano, caseros que sólo buscaban estudiantes para poder engañarles y no llevar la fianza al Ivima, otros que en vez de arreglar los desperfectos van poniendo postits de "cuidado!" o "no usar"... en fin, que ante las desilusiones vas abriendo la mano en el primer filtro internetero y te vas encontrando con escombros cada vez mayores y más lejanos del centro.
En esto que encuentras un piso que está hecho un desastre por parte de sus inquilinos actuales pero que ves que puede tener potencial si se deja limpio y con muebles nuevos y se consigue una rebaja (aunque sea pequeña) en el precio. Apuestas... y ganas.
Después de un mes largo y duro ya tienes piso. Luego llega el elegir habitación, el mudarte, el convertir el nuevo piso en un hogar, los viajes a Ikea, el colocar la televisión en el punto optimo del salón, el hacerse colega del portero de la finca, las peleas con las operadoras de Internet... pero esto son menudencias, como todo lo que pasa en El Retorno del Rey después de que Gollum caiga con el Anillo Único al fuego del Monte del Destino, tu ya me entiendes. La odisea, como tal, ya ha acabado, esto son los títulos de crédito.
Un saludete, guap@s.
No hay comentarios:
Publicar un comentario