Mi primer gran concierto fue uno de Muse en Granada en Marzo de 2004. Muse todavía no era una banda de éxito global (Absolution, el álbum que los encumbró había salido un par de meses antes solamente) pero ya dieron todo un show repleto de pirotecnia, audiovisuales y sorpresas. Ocho años después, convertidos en uno de los grupos más importantes del mundo y cuyos espectáculos tienen fama de bigger than life y de más difícil todavía, decepcionaba un poco observar, mientras esperábamos como sardinas enlatadas [1] en la pista del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, el espartano escenario que había montado en uno de los fondos de la cancha y la ausencia total de pantallas. "¿Habrán venido a hacer un acústico?" se preguntaba alguno. Nada más lejos de la realidad, Muse dieron el show que de ellos se esperaba aunque no lo pareciera en un principio.
Matt, Chris y Dom salieron con un cuarto de hora de retraso para entre unas cegadoras y marcianas luces rojas ofrecer Unsustainable. La primera sorpresa llegaba en ese mismo momento: una curiosa pantalla en forma de anfiteatro detrás del escenario, que seguro que hizo las delicias de la gente en grada. Siguieron Supremacy y una potentísima Hysteria cuando, con los primeros acordes de la imposible Supermassive Black Hole, se desplegó desde arriba una brutal pantalla en forma de pirámide invertida (y con una calidad de imagen realmente brutal). Apenas 20 minutos de concierto y ya todo había cambiado.
A ambos lados del escenario había dos pequeños estrados comunicados por una pasarela semi-circular por encima de la pantalla anfiteatro y Matt y Chris empezaron a darle buen uso [2] con una muy épica The Resistance y la bailonga Panic Station. Luego hubo un pequeño bajón con Animals y Explorers, que no me parecen canciones muy concierteras. Les siguió un clasicazo del primer disco como Fallin' Down (para la cual surgió un piano psicodélico de la nada)... pero tampoco es que sea la canción más animada del mundo. Por suerte entonces una conocida melodía empezó a sobrevolar el ambiente y en breves segundos estábamos todos brincando con el mítico Time is Running Out [3].
Liquid State sonó potente pero lo cierto es que la voz de Chris sin el autotune no llega ni a pasable. Sin embargo esto sólo fue un momento de reposo antes de otro de los momentos grandes de la noche: Madness, que sonó tremenda, con el primer videoclip-karaoke en la pantallaca piramidal... y en las gafas de sol bonianas que Matt se colocó para la ocasión. Y a partir de ahí, el despiporre: Follow Me, Undiscloses Desires, Plug In Baby y una New Born elegida por una ruleta virtual en detrimento de Stockholm Syndrome. Con las últimas notas de esta última la pirámide bajó a nivel del suelo y se cerró en torno al trío, fagocitándolos.
Primera parada, que tan sólo duraría un par de minutos antes de que la pantalla, ahora central, se encendiera y empezara a sonar Isolated System sobre un video-montaje bastante angustioso. La pantalla volvió luego poco a poco a su lugar mientras nosotros chasqueábamos los dedos y movíamos la cabeza sincronamente con la genial Uprising. Entonces otro de los momentos más tremendos del recital: Chris convertido en The Man with the Harmonica (temazo atemporal de Ennio Morricone para la BSO de Hasta que llegó su hora) como preludio perfecto para una Knights de Cydonia que sonó perfecta.
De nuevo oscuridad en el Palacio (esta vez unos cinco minutos). Todos hacíamos cábalas de que temas vendrían en ese segundo bis. Pocos nos equivocamos: primero una Starlight que fue el único momento en el que Matt puso el micro al público para que nos desgañitáramos gritando aquello de "black holes and revelations" y finalmente Survival, que uno no se termina de explicar por qué ha pasado tan desapercibida y que fue un estupendo fin de fiesta después de casi dos horas.
A pesar del tremendo calor [4] y de que faltaron algunos de mis temas preferidos (Feelin' Good, Sunburn o Map of the Problematique), un señor concierto con un sonido bastante bueno para tratarse del Palacio de los Deportes y con un show muy currado, en mi top five seguramente.
¿Próxima parada? The Black Keys + The Maccabees el mes que viene. ¡Vamos!
Pd1: los teloneros fueron unos tales The Joy Formidable. No sonaron mal y tienen actitud pero la verdad es que todas sus canciones parecen la misma y que la voz de la cantante resulta algo irritante. Fácilmente olvidables.
Pd2: el chaval de Yo soy cani y demás jitazos, estaba viendo el concierto al lado nuestro. Muy bizarro todo.
Pd3: la puñetera Desire me volvió a dejar tirado y la cámara se me olvidó en Martos por lo que la fotaca que abre esta reseña no es mía si no del gran @zigozuigin.
Un saludete, guap@s.
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[1] Pocas veces he estado tan comprimido en un concierto, la verdad.
[2] Y por buen uso no digo caerse de morros... aunque esto Matt también lo hizo subiendo al estrado precisamente.
[3] Mentira, antes sonó un tema que no me sonaba de nada y que luego he descubierto que se llama Host. ¿Alguien sabe de dónde ha salido esta canción? Yo, desde luego, no la tengo localizada.
[4] Yo terminé completamente deshidratado, no es coña.
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