Salimos de Martos con rumbo a Carabanchel (Bajo) a eso de las 10 y algo del sábado y cerca de las dos de la tarde ya estabamos en nuestro destino después de un apacible viaje sin apenas tráfico. Soltamos los bultos y nos fuimos a comer a un gallego llamado A'Barca donde Franco vió en primera fila como engulliamos platos hasta arriba de ricos manjares galegos. Yo iba vestido con una camiseta roja con la hoz y el martillo en amarillo. En algunos momentos temí por mi integridad física (xD).
Después de reposar un rato el abundante ágape cogimos el coche hasta el centro: Sol, Plaza Mayor y Museo del Champiñón (2'60 la caña y camareros con las caras hasta el suelo. Nada recomendable). Luego vuelta a Sol donde se produjo el encuentro más esperado de la blogocosa: Mr. Forfy, Miss Saricchiella y un pollo servidor. Después de regalarme un toy de Kalimero (yo soy un descastao y no les regalé nada. ¡Que vergüenza!) iniciamos la ruta seria: Museo del Jamón (cañas a 1'20 pero te ponen de tapa ¡salchichón y chorizo! ¿Pero no era el Museo del Jamón? No entiendo nada), El Tigre (bar de tapas en Chueca, repleto de guiris, que nada tiene que envidiar a los clásicos andaluces), mojitos en El Plaza (en Torre España. Música nu-jazz) y combinados en el Friday's de Gran Vía.
Casi a las 12 me abrazo con Forfy y Saricchiella, ellos se vuelven para Fuenlabrada y servidor y colegas volvemos a Carabanchel a dormir la importantísima mona. Al día siguiente toca Parque de Atracciones. Venzo mis miedos y me subo en la Tarantula (¡que no es para nada light!), en el Tornado (me encantó) y la joya de la corona: El Tifón, que es una experiencia realmente espectacular, ¡tienen que montarse queridos lectores! A lo que no me convencieron fue para la caida libre y para El Abismo. La próxima vez será.
En las atracciones de agua nos la llevamos toda y esperamos tranquilamente para secarnos y marchar hacia el gran acontecimiento: el concierto de Coldplay en el mítico Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Nos despedimos de nuestros guías y nos pusimos manos a la obra a la hora de conseguir entrada (si, fuimos sin entrada, true story). A eso de las ocho, tras un fuerte desembolso, nos hicimos con nuestras entradas y entramos al recinto. Ya sólo faltaba que Chris Martin y los suyos montaran un show que mereciera el desembolso.
A las 20:15, con puntualidad anglosajona, salió al escenario Albert Hammond Jr. El guitarrista de The Strokes presentó su proyecto en solitario durante apenas media hora pero con gran fuerza. El sónido fue genial pero apenas había iluminación y el show en general fue bastante soso, cosa a lo que colaboró que Hammond, a pesar de su origen llanito, ni siquiera intentara chapurrear algo de español. No despertó grandes pasiones, la verdad.
Tres cuartos de hora desde que Hammond abandonara el escenario hasta que empezaron a sonar los acordes de El Lago de los Cisnes. Un tiempo más que suficiente para que el Palacio de los Deportes se llenara hasta rebosar y respirara magia. Después de los acordes de la celebre composición clásica, se encendieron las luces y, detrás de un telón translucido, Guy, Will, Chris y Jon nos deleitaron con Life in Technicolor, el tema instrumental que abre Viva la Vida! y que parece especialmente pensado para abrir conciertos.
El telón subió y sonó Violet Hill. El aperitivo para el gran momento de la noche: Clocks, In My Place y Speed of Sound del tirón. Algunos pueden pensar que esta estrategia es quemar las naves demasiado pronto pero, personalmente, llevabamos sólo veintipocos minutos de concierto y el alto precio pagado por la entrada había dejado de atormentarme totalmente. Ahora sólo quedaba dejarse llevar y disfrutar del show magnificamente dirigido por un Chris Martin empeñado en correr de un lado para otro y chapurrear el poco español aprendido de su mujer. El público estaba (estabamos) entregados.
Mucho del Viva la Vida y también mucho del A Rush of Blood to the Head con gotas del X&Y (me encantó como quedó Fix You) hasta llegar a uno de los momentos cumbre: los cuatro músicos se dirigen al pequeño escenario al final de la plataforma (a escasos cinco metros de donde servidor se encontraba) para tocar en acústico un medley de God Put A Smile Upon Your Face y Talk. Luego, Chris se quedó sólo con su piano y se marcó un antológico The Hardest Part.
De vuelta al escenario principal, los dos platos fuertes del nuevo disco: Viva la Vida (con percusión, bombos y una campana, muy cool la versión, la verdad) y Lost, que suena mejor todavía en directo a lo que lo hace en el disco. Entonces, con una hora escasa de concierto, Martin y sus chicos desaparecen del escenario. Todos nos preguntamos lo que ocurre cuando los gritos nos hacen girarnos: han aparecido en un pequeño escenario en un graderio. Allí se marcan un The Scientist que queda cojonudo y un temita country con mandolina donde la voz cantante (literalmente) la llevó el bateria.
Volvieron al escenario principal, tocaron otro par de canciones y se despidieron por primera vez. En este interludio sonó un remix muy cañero del Viva la Vida (a ver si lo consigo) que se interrumpió abruptamente cuando los chicos volvieron a aparecer sobre el escenario para marcarse un Politik glorioso y un Lovers in Japan acompañado de videoclip en la pantalla gigante y decenas de miles de mariposas de papel sobrevolando nuestras cabezas.
De nuevo se despidieron para volver minutos después con el único tema del primegenio Parachutes que tocaron: Yellow. Un fin de fiesta espectacular. A eso de las 11 y algo se encendían las luces y empezabamos nuestro peregrinaje afuera del Palacio de los Deportes y de vuelta a la cruda realidad.
Un gran fin de semana, si señores.
Un saludete guap@s.
Después de reposar un rato el abundante ágape cogimos el coche hasta el centro: Sol, Plaza Mayor y Museo del Champiñón (2'60 la caña y camareros con las caras hasta el suelo. Nada recomendable). Luego vuelta a Sol donde se produjo el encuentro más esperado de la blogocosa: Mr. Forfy, Miss Saricchiella y un pollo servidor. Después de regalarme un toy de Kalimero (yo soy un descastao y no les regalé nada. ¡Que vergüenza!) iniciamos la ruta seria: Museo del Jamón (cañas a 1'20 pero te ponen de tapa ¡salchichón y chorizo! ¿Pero no era el Museo del Jamón? No entiendo nada), El Tigre (bar de tapas en Chueca, repleto de guiris, que nada tiene que envidiar a los clásicos andaluces), mojitos en El Plaza (en Torre España. Música nu-jazz) y combinados en el Friday's de Gran Vía.
Casi a las 12 me abrazo con Forfy y Saricchiella, ellos se vuelven para Fuenlabrada y servidor y colegas volvemos a Carabanchel a dormir la importantísima mona. Al día siguiente toca Parque de Atracciones. Venzo mis miedos y me subo en la Tarantula (¡que no es para nada light!), en el Tornado (me encantó) y la joya de la corona: El Tifón, que es una experiencia realmente espectacular, ¡tienen que montarse queridos lectores! A lo que no me convencieron fue para la caida libre y para El Abismo. La próxima vez será.
En las atracciones de agua nos la llevamos toda y esperamos tranquilamente para secarnos y marchar hacia el gran acontecimiento: el concierto de Coldplay en el mítico Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Nos despedimos de nuestros guías y nos pusimos manos a la obra a la hora de conseguir entrada (si, fuimos sin entrada, true story). A eso de las ocho, tras un fuerte desembolso, nos hicimos con nuestras entradas y entramos al recinto. Ya sólo faltaba que Chris Martin y los suyos montaran un show que mereciera el desembolso.
A las 20:15, con puntualidad anglosajona, salió al escenario Albert Hammond Jr. El guitarrista de The Strokes presentó su proyecto en solitario durante apenas media hora pero con gran fuerza. El sónido fue genial pero apenas había iluminación y el show en general fue bastante soso, cosa a lo que colaboró que Hammond, a pesar de su origen llanito, ni siquiera intentara chapurrear algo de español. No despertó grandes pasiones, la verdad.
Tres cuartos de hora desde que Hammond abandonara el escenario hasta que empezaron a sonar los acordes de El Lago de los Cisnes. Un tiempo más que suficiente para que el Palacio de los Deportes se llenara hasta rebosar y respirara magia. Después de los acordes de la celebre composición clásica, se encendieron las luces y, detrás de un telón translucido, Guy, Will, Chris y Jon nos deleitaron con Life in Technicolor, el tema instrumental que abre Viva la Vida! y que parece especialmente pensado para abrir conciertos.
El telón subió y sonó Violet Hill. El aperitivo para el gran momento de la noche: Clocks, In My Place y Speed of Sound del tirón. Algunos pueden pensar que esta estrategia es quemar las naves demasiado pronto pero, personalmente, llevabamos sólo veintipocos minutos de concierto y el alto precio pagado por la entrada había dejado de atormentarme totalmente. Ahora sólo quedaba dejarse llevar y disfrutar del show magnificamente dirigido por un Chris Martin empeñado en correr de un lado para otro y chapurrear el poco español aprendido de su mujer. El público estaba (estabamos) entregados.
Mucho del Viva la Vida y también mucho del A Rush of Blood to the Head con gotas del X&Y (me encantó como quedó Fix You) hasta llegar a uno de los momentos cumbre: los cuatro músicos se dirigen al pequeño escenario al final de la plataforma (a escasos cinco metros de donde servidor se encontraba) para tocar en acústico un medley de God Put A Smile Upon Your Face y Talk. Luego, Chris se quedó sólo con su piano y se marcó un antológico The Hardest Part.
De vuelta al escenario principal, los dos platos fuertes del nuevo disco: Viva la Vida (con percusión, bombos y una campana, muy cool la versión, la verdad) y Lost, que suena mejor todavía en directo a lo que lo hace en el disco. Entonces, con una hora escasa de concierto, Martin y sus chicos desaparecen del escenario. Todos nos preguntamos lo que ocurre cuando los gritos nos hacen girarnos: han aparecido en un pequeño escenario en un graderio. Allí se marcan un The Scientist que queda cojonudo y un temita country con mandolina donde la voz cantante (literalmente) la llevó el bateria.
Volvieron al escenario principal, tocaron otro par de canciones y se despidieron por primera vez. En este interludio sonó un remix muy cañero del Viva la Vida (a ver si lo consigo) que se interrumpió abruptamente cuando los chicos volvieron a aparecer sobre el escenario para marcarse un Politik glorioso y un Lovers in Japan acompañado de videoclip en la pantalla gigante y decenas de miles de mariposas de papel sobrevolando nuestras cabezas.
De nuevo se despidieron para volver minutos después con el único tema del primegenio Parachutes que tocaron: Yellow. Un fin de fiesta espectacular. A eso de las 11 y algo se encendían las luces y empezabamos nuestro peregrinaje afuera del Palacio de los Deportes y de vuelta a la cruda realidad.
Un gran fin de semana, si señores.
Un saludete guap@s.
Me cago en tus huevos, eres capaz de haberte ido a Madrid a verlos a la aventura sin entrada y no has sido capaz de avisar al menda, ¿qué te he hecho? ya no te acuerdas de los amigos.
ResponderEliminarSupongo que la entrada triplicaría su valor, no?
Tiiiiiiio, te prometo que pense en ti pero todo fue muy precipitado, ibamos un poco a la aventura y sin ninguna esperanza de conseguir entrada... pero al final la conseguimos... y no llegó ni al doble de su precio original!!!
ResponderEliminarUn abrazo, campeón.
Si del primer disco solo tocaron Yellow, entonces solo tocarian una cancion que valiera realmente la pena.
ResponderEliminarBueno, Politik tampoco esta mal mas alla de sus lyrics de preescolar.
:D Y vaya encuentro el nuestro, señores. Cual cita a ciegas, nerviositos, Mr. Forfy y yo mirábamos a todas partes intentando reconocer a un pollo con cascarón en las miradas de todos los transeúntes (la mitad de ellos guiris, que para eso habíamos quedado en el turístico kilómetro cero). Después de un par de escalofriantes suposiciones, apareció en el horizonte, y supimos, simplemente supimos, que era él (igual las fotos del viaje a Londres nos dieron alguna pista... pero vamos, todo sexto sentido).
ResponderEliminarPrometemos elaborar una guía de bares de tapas en condiciones, que siempre que viene alguien de visita estamos en las mismas (como cierren el Tigre por vacaciones o algo quedamos en el más supremo de los ridículos, te lo digo).
Saludos!!
xDDDD Ahhh, es verdad, en el cuaderno del viaje a Londres puse fotejas mias!!! No me acordaba!!!
ResponderEliminarUn placer conoceros y, si, una guia de bares de tapas vendría canela en rama, que todo lo que sea comer y beber a mi me encanta jejejeje
Pd: Mycroft, aunque sólo tocaran una del primero, el concierto fue una pasada. True story!!!
Saludetes.
Hace poco subieron en Spotify el álbum en vivo de este concierto. No solo me trajo nostalgia leer este blog sino que también me di cuenta que en 2 días se cumplen 13 años de este concierto, lo que me trajo mas nostalgia. :)
ResponderEliminarPues no lo sabía, lo busco. Gracias por el aviso!
EliminarSi! se llama leftrightleftrightleft, es una mezcla de los conciertos de Madrid, Sydney y París. Excelente album.
ResponderEliminar