Hace ya unas semanas que terminó la temporada 07/08 en la televisión usamericana, una temporada que ha supuesto una desaceleración en la Edad de Oro de la Ficción Televisiva yankee que se ha debido a dos razones principales:
a) La huelga de guionistas (que nos ha dado más problemas que la supuestamente apocalíptica de transportistas de hace unos días) que duró varios meses y que ha sido responsable de que las habituales temporadas de veintitantos capítulos se hayan reducido a poco más de diez y que las tramas hayan sido resueltas en muchos casos a trompicones.
b) El bajo nivel de los estrenos de todas las cadenas (generalistas y de cable). Si no se trataba de remakes o versiones casposas, eran ligeras variaciones sin chicha de los productos ya consagrados. Muy pocos han conseguido triunfar en audiencia y menos aún se han ganado una nueva temporada.
Y eso que en el verano la cosa apuntaba bastante bien con Californication, la demostración de que David Duchovny puede ser algo más que Mulder (aunque ahora vuelva, incomprensiblemente, al personaje); Damages, el House de las series de abogados (por eso de que lo que memos importa es el caso) con unos Glenn Close y Ted Danson titánicos; y Burn Notice, una refrescante mezcla entre MacGyver y 007 con Miami como un personaje más y Bruce Campbell demostrando que es el tipo más cool del mundo mundial. Todas volverán este verano junto con Mad Men, la serie que mejores críticas ha recibido de toda la temporada y que todavía tengo en la lista de pendientes.
Sin embargo fue llegar Septiembre y con él una invasión de novedades sin mucho, poco o, en muchos casos, nada que aportar. Si tengo que salvar a algunas de la quema me quedo con The Sarah Connor Chronicles porque Lena Heady me parece una Sarah Connor muy digna, por el personaje de Brian Austin Green y porque soy fan de la mitología creada por James Cameron; también Pushing Daisies por el toque naïf y burtoniano que ha desprendido su extremadamente corta (9 capis) temporada; y, sobretodo, Gossip Girl, que es cualquier cosa excepto una inofensiva serie adolescente más. Malvada, cabrona, frívola, muy entretenida... y no la ha visto ni el tato (cosas de emitirse en la invisible CW), lo que ha hecho dudar hasta el último momento de si habría segunda temporada o no.
Por lo tanto, las que han conseguido que la desaceleración no se convirtiera en una crisis total han sido las nuevas temporadas de series más o menos asentadas:
Heroes. Como ya pasó con su inspiradora Lost, la segunda temporada de Heroes ha sido tan vilipendiada como ensalzada fue la primera... y la verdad es que razones para ello ha habido: desarrollo muy apelotonado de las tramas (debido a una temporada muy corta por la huelga), algunos personajes nuevos que molestaban desde el primer momento y otros ya veteranos que no se sabe muy bien que pintan todavía por ahí (¡Mohinder vete ya!). Sin embargo para mi ha habido también aspectos positivos que se terminan imponiendo: personajes consagrados que siguen su camino para convertirse en clásicos de la tele (Sylar, Mr. Bennet o el gran Hiro Nakamura), otros personajes nuevos con muy buena pinta como Bob, Elle (mi adorada Kristen Bell) o Adam Monroe/Takezo Kensei/Sark (¿alguién se cree que enterrarlo vivo podrá con él?) y un final de temporada in crescendo (no como el anticlimático de la primera) que augura una tercera temporada de verdadero potencial.
House. La aburrida tercera temporada parecía indicar que la gallina de los huevos de oro estaba agotada... pero nada más lejos de la realidad y la jugada del casting para elegir al nuevo equipo al servicio del ogro más entrañable de la televisión se antojó maestra y nos deparó grandes, grandes momentos, convirtiendo a esta cuarta temporada en la mejor de momento de una serie que sólo se parara cuando Hugh Laurie diga basta, ya que los guionistas han demostrado tener una capacidad casi ilimitada, como bien quedó demostrado en el memorable e impactante doble capítulo final (que empieza con una bailarina de streptease restregándole el culo a un House ensangrentado y termina con Wilson renegando de su amigo y su egoismo).
Y Lost. En el tramo final de la tercera temporada el juguete de Damon Lindelof se coronó como la mejor serie de la historia de la televisión y esta cuarta temporada, a pesar de todos los problemas que la ha rodeado, ha sido la confirmación: momentos de lucimiento para todos los personajes, perfecta sincronía entre los flashforwards, los flashbacks y los cada vez más extraños sucesos de la isla y algunos nuevos personajes muy interesantes como el casi inmortal Keamy o el tímido y genial Faraday. Mis momentos favoritos de la temporada: Desmond convirtiendo a Penny en su constante, la madre de Claire revelándole a Jack que su hija era su hermana, la ejecución de Alex a manos de Keamy, la desaparición de La Isla y el ya mítico WTF final de temporada. ¡Mierda que haya que esperar hasta Febrero para nuevas dosis de nuestra droga favorita!
Pero no sólo de series yankees vive el serie-adicto y precisamente la mejor novedad de la temporada ha venido de otro lado, desde United Kingdom precisamente: Jekyll, una revisitación en forma de serie de 6 capitulos de la leyenda del Doctor Jekyll y Mr. Hyde. 6 capitulos para ver del tirón y disfrutar de la soberbía interpretación de James Nesbitt, que con un poco de gomina y unos tacones es capaz de transmutarse desde el medianía del Doctor Jackman en la bestia parda de Hyde de una forma espeluznate. Además, el epílogo del último episodio deja la puerta abiera a una segunda temporada. Veremos a ver lo que ocurre.
¿Y en España qué? Pues aquí cada vez se estrenan más series pero cada vez son más estereotipadas y cutres. Siempre hay excepciones: La Familia Mata tiene momentos de humor cafre muy divertidos (la mayoría a cargo de ese titán que es Antonio Dechent), Hermanos y Detectives, a pesar de que le pesa mucho en las tramas la larga duración de las series españolas, es un entretenimiento familiar que no molesta y El Internado, aún cuando todo parece cogido por los pelos y se notan errores de casting terribles, tiene una capacidad para sorprender en cada episodio y sus guionistas son tan frikis que le termina enganchado a uno, que le vamos a hacer.
En fin, que eso es todo por hoy. La semana que viene una preview a la temporada 08/09, a la que no se si temer o amar.
Un saludete guap@s.
a) La huelga de guionistas (que nos ha dado más problemas que la supuestamente apocalíptica de transportistas de hace unos días) que duró varios meses y que ha sido responsable de que las habituales temporadas de veintitantos capítulos se hayan reducido a poco más de diez y que las tramas hayan sido resueltas en muchos casos a trompicones.
b) El bajo nivel de los estrenos de todas las cadenas (generalistas y de cable). Si no se trataba de remakes o versiones casposas, eran ligeras variaciones sin chicha de los productos ya consagrados. Muy pocos han conseguido triunfar en audiencia y menos aún se han ganado una nueva temporada.
Y eso que en el verano la cosa apuntaba bastante bien con Californication, la demostración de que David Duchovny puede ser algo más que Mulder (aunque ahora vuelva, incomprensiblemente, al personaje); Damages, el House de las series de abogados (por eso de que lo que memos importa es el caso) con unos Glenn Close y Ted Danson titánicos; y Burn Notice, una refrescante mezcla entre MacGyver y 007 con Miami como un personaje más y Bruce Campbell demostrando que es el tipo más cool del mundo mundial. Todas volverán este verano junto con Mad Men, la serie que mejores críticas ha recibido de toda la temporada y que todavía tengo en la lista de pendientes.
Sin embargo fue llegar Septiembre y con él una invasión de novedades sin mucho, poco o, en muchos casos, nada que aportar. Si tengo que salvar a algunas de la quema me quedo con The Sarah Connor Chronicles porque Lena Heady me parece una Sarah Connor muy digna, por el personaje de Brian Austin Green y porque soy fan de la mitología creada por James Cameron; también Pushing Daisies por el toque naïf y burtoniano que ha desprendido su extremadamente corta (9 capis) temporada; y, sobretodo, Gossip Girl, que es cualquier cosa excepto una inofensiva serie adolescente más. Malvada, cabrona, frívola, muy entretenida... y no la ha visto ni el tato (cosas de emitirse en la invisible CW), lo que ha hecho dudar hasta el último momento de si habría segunda temporada o no.
Por lo tanto, las que han conseguido que la desaceleración no se convirtiera en una crisis total han sido las nuevas temporadas de series más o menos asentadas:
Heroes. Como ya pasó con su inspiradora Lost, la segunda temporada de Heroes ha sido tan vilipendiada como ensalzada fue la primera... y la verdad es que razones para ello ha habido: desarrollo muy apelotonado de las tramas (debido a una temporada muy corta por la huelga), algunos personajes nuevos que molestaban desde el primer momento y otros ya veteranos que no se sabe muy bien que pintan todavía por ahí (¡Mohinder vete ya!). Sin embargo para mi ha habido también aspectos positivos que se terminan imponiendo: personajes consagrados que siguen su camino para convertirse en clásicos de la tele (Sylar, Mr. Bennet o el gran Hiro Nakamura), otros personajes nuevos con muy buena pinta como Bob, Elle (mi adorada Kristen Bell) o Adam Monroe/Takezo Kensei/Sark (¿alguién se cree que enterrarlo vivo podrá con él?) y un final de temporada in crescendo (no como el anticlimático de la primera) que augura una tercera temporada de verdadero potencial.
House. La aburrida tercera temporada parecía indicar que la gallina de los huevos de oro estaba agotada... pero nada más lejos de la realidad y la jugada del casting para elegir al nuevo equipo al servicio del ogro más entrañable de la televisión se antojó maestra y nos deparó grandes, grandes momentos, convirtiendo a esta cuarta temporada en la mejor de momento de una serie que sólo se parara cuando Hugh Laurie diga basta, ya que los guionistas han demostrado tener una capacidad casi ilimitada, como bien quedó demostrado en el memorable e impactante doble capítulo final (que empieza con una bailarina de streptease restregándole el culo a un House ensangrentado y termina con Wilson renegando de su amigo y su egoismo).
Y Lost. En el tramo final de la tercera temporada el juguete de Damon Lindelof se coronó como la mejor serie de la historia de la televisión y esta cuarta temporada, a pesar de todos los problemas que la ha rodeado, ha sido la confirmación: momentos de lucimiento para todos los personajes, perfecta sincronía entre los flashforwards, los flashbacks y los cada vez más extraños sucesos de la isla y algunos nuevos personajes muy interesantes como el casi inmortal Keamy o el tímido y genial Faraday. Mis momentos favoritos de la temporada: Desmond convirtiendo a Penny en su constante, la madre de Claire revelándole a Jack que su hija era su hermana, la ejecución de Alex a manos de Keamy, la desaparición de La Isla y el ya mítico WTF final de temporada. ¡Mierda que haya que esperar hasta Febrero para nuevas dosis de nuestra droga favorita!
Pero no sólo de series yankees vive el serie-adicto y precisamente la mejor novedad de la temporada ha venido de otro lado, desde United Kingdom precisamente: Jekyll, una revisitación en forma de serie de 6 capitulos de la leyenda del Doctor Jekyll y Mr. Hyde. 6 capitulos para ver del tirón y disfrutar de la soberbía interpretación de James Nesbitt, que con un poco de gomina y unos tacones es capaz de transmutarse desde el medianía del Doctor Jackman en la bestia parda de Hyde de una forma espeluznate. Además, el epílogo del último episodio deja la puerta abiera a una segunda temporada. Veremos a ver lo que ocurre.
¿Y en España qué? Pues aquí cada vez se estrenan más series pero cada vez son más estereotipadas y cutres. Siempre hay excepciones: La Familia Mata tiene momentos de humor cafre muy divertidos (la mayoría a cargo de ese titán que es Antonio Dechent), Hermanos y Detectives, a pesar de que le pesa mucho en las tramas la larga duración de las series españolas, es un entretenimiento familiar que no molesta y El Internado, aún cuando todo parece cogido por los pelos y se notan errores de casting terribles, tiene una capacidad para sorprender en cada episodio y sus guionistas son tan frikis que le termina enganchado a uno, que le vamos a hacer.
En fin, que eso es todo por hoy. La semana que viene una preview a la temporada 08/09, a la que no se si temer o amar.
Un saludete guap@s.
Pues sí, si hay algo que salvar en la ficción española es eso. La única que me atrajo un poco fue "Hermanos y destectives", una serie muy por encima de la media.
ResponderEliminarY al menos en "La familia Mata" hay poca moralina. Aunque sus tramas se empiezan a repètir (síndrome Serrano).
Tengo muchas ganas de ver "Mad Men". Y lo que ha hecho Cuatroº con Californication (de madrugada) no tiene nombre.
Saludos.
Bueno, la verdad es que no creo que sea una serie para poner en prime time de una cadena pública, es bastante explicita.
ResponderEliminarY en cuanto a Mad Men yo le estoy buscando un huequecito y no lo encuentro :(
Saludetes amigo!!!