El mundo del deporte en general, y el del fútbol en particular, está lleno de hechos inexplicables. La transformación que ha sufrido el Real Madrid en los últimos meses es uno de estos hechos que escapan a toda lógica. No me refiero a una transformación en el juego (que sigue siendo casi igual de malo) sino en la actitud: durante la primera vuelta, si un rival se adelantaba, el Madrid era incapaz de remontar y terminaba recibiendo más goles. Ahora, sin embargo, no importa cuantos goles meta el rival ni cuan difícil se ponga la cosa: en el ambiente se respira que el Madrid va a remontar, hay un aliento épico muy especial. Jugadores defenestrados se transmutan en héroes y se especializan en milagros de último minuto y en provocar taquicardias a los hinchas.
Ayer al milagro se unió el Español, un equipo ninguneado y maltratado en su propia tierra que ayer se vengó de las continuas faltas de respeto de su hermano mayor. El Madrid perdía en La Romareda y el Barça ganaba a los periquitos. Sólo quedaban dos minutos, la Liga era del Barça. Entonces, Van Nistelrroy (la mayor máquina de meter goles que ha pasado por el Real Madrid desde Hugo Sánchez) rebaña en la línea un mal despeje de Cesar y, mientras los jugadores madridistas corren hacia el circulo central, Tamudo, el gran capitán españolista, bate a Víctor Valdés por debajo de las piernas. En sólo 18 segundos todo cambió: del nopudoser a la euforia desmedida, ¡que grande es el fútbol!
Y ahora otros noventa minutos por delante. El Madrid lo tiene en la mano pero no debemos confiarnos (ni jugadores, ni técnicos, ni aficionados), que esta Liga esta loca y el Mallorca es un equipo rocoso como pocos (e irá primado hasta las cejas, dicen que Laporta va a poner puestos en las Ramblas para reunir dinero y que Del Nido va a desbalijar una de las cuentas secretas de Roca). El sábado que viene habrá un Nervioso (II)... espero que mi corazón de cuarto de siglo aguante.
Un saludete guap@s... y ¡Hala Madrid!
Ayer al milagro se unió el Español, un equipo ninguneado y maltratado en su propia tierra que ayer se vengó de las continuas faltas de respeto de su hermano mayor. El Madrid perdía en La Romareda y el Barça ganaba a los periquitos. Sólo quedaban dos minutos, la Liga era del Barça. Entonces, Van Nistelrroy (la mayor máquina de meter goles que ha pasado por el Real Madrid desde Hugo Sánchez) rebaña en la línea un mal despeje de Cesar y, mientras los jugadores madridistas corren hacia el circulo central, Tamudo, el gran capitán españolista, bate a Víctor Valdés por debajo de las piernas. En sólo 18 segundos todo cambió: del nopudoser a la euforia desmedida, ¡que grande es el fútbol!
Y ahora otros noventa minutos por delante. El Madrid lo tiene en la mano pero no debemos confiarnos (ni jugadores, ni técnicos, ni aficionados), que esta Liga esta loca y el Mallorca es un equipo rocoso como pocos (e irá primado hasta las cejas, dicen que Laporta va a poner puestos en las Ramblas para reunir dinero y que Del Nido va a desbalijar una de las cuentas secretas de Roca). El sábado que viene habrá un Nervioso (II)... espero que mi corazón de cuarto de siglo aguante.
Un saludete guap@s... y ¡Hala Madrid!
¿Mal despeje de César? Coño, bastante hizo con parar el tiro de Higuaín como para preocuparse de a dónde va el rechace.
ResponderEliminarPor cierto, pedazo de gol el de Milito, tras la mejor jugada de Aimar en toda la temporada. Al final, el empate casi nos sirve porque el Atlético volvió a cagarla en casa.
Cesar paró lo que no esta en los escritos, hizo un partidazo... pero si hubiera puesto el puño en vez de la palma el despeje hubiera ido a la frontal del area en vez de hacía la portería, pudo hacer más.
ResponderEliminarEl segundo gol del Zaragoza fue un golazo pero a mi me gustó más la definición de Milito que el eslalom de Aimar. Esa paradita que hizo volar a Helguera y luego la sutilidad de la definición... gran delantero!!
El de antes era yo, problemillas con las cuentas de google jejeje
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