Martes Santo de 2000. El Real Madrid visita Old Trafford en la vuelta de los cuartos de final de la Champions League. Todo hace presagiar que va a ser el último partido europeo de la temporada para el club blanco: la trayectoria en la liga estaba siendo mediocre por no decir nefasta, el fichaje estrella de la temporada (Anelka) todavía no había marcado un solo gol con la camiseta blanca, el capitan Hierro estaba lesionado y el 0-0 de la ida se antojaba un resultado malísimo ante el vigente campeón y más teniendo en cuenta que los de Ferguson llevaban más de 4 años sin perder un partido en casa. Todo estaba en contra y nadie daba un duro por los de un Vicente Del Bosque que solo llevaba unos meses como entrenador.
Se preveía una salida en tromba del United para dejar sentenciada la eliminatoria antes del descanso pero no ocurrió así. Un magistral Fernando Redondo, en su mejor partido como madridista, se comió desde el primer minuto a Roy Keane y marcó el ritmo de juego que le interesaba al Madrid. Se llevaba casi media hora jugada y el United todavía no se había acercado a la meta de Casillas mientras que las internadas de Roberto Carlos y Michel Salgado por las bandas hacían enmudecer las gradas. Una de estas internadas por la banda derecha de Michel Salgado terminó con un centro al area del gallego que Keane metió en su propia portería. Antes del descanso ya había caido el segundo. La sorpresa estaba en marcha.
El United salió en tromba en la segunda parte buscando el milagro de anotar tres goles pero la defensa madridista no pasó ningún apuro y eran las contras blancas las más cercanas de terminar en gol. Entorno al cuarto de hora, en una de estas contras, Redondo se quedó encerrado hacia un costado por dos rivales. Entonces el argentino se sacó de la manga un regate memorable con el tacón, llegó hasta la linea de fondo y le puso un pase de la muerte a Raúl para que anotara a puerta vacia el tercero.
Le gesta estaba hecha. Lo imposible se había hecho posible. Me acuerdo de estar en un bar viendo el partido esperando a que pasara la procesión y de como las burlas de los antimadridistas a principios del partido se conviertieron en expresiones de asombro e incluso aplausos a la hazaña. Pocas veces se ha sentido uno más orgulloso de su equipo. La media hora que quedaba por jugar fue todo un disfrute. Dos golpazos de Beckham desde fuera del area se colaron en la puerta de Casillas pero no supusieron ningún peligro para la eliminatoria. El omnipresente Collina pitó el final del encuentro y todos sabiamos que la octava estaba mucho más cerca y que el Madrid, el Madrid de verdad, el de toda la vida, había vuelto.
Seguro que te estas preguntando que a que viene toda esta parrafada. Pues bien sencillo: como no tengo ninguna esperanza de que el Madrid asalte Highbury esta noche me doy animos a mi mismo recordando este gran partido que hizo el Madrid en la Gran Bretaña hace ya 6 largos años. Si, contra todo pronóstico, el Madrid pasa esta noche a cuartos, para las próximas eliminatorias volvere a echar la vista atras para narrar más hazañas. En cambio, si, como parece, los de López Caro se despiden esta noche de la Champions, esta sección tendrá una corta vida de solo un artículo.
Pd: ¡Enhorabuena a Villareal y Barcelona! Mañana, crónica de la jornada bajo mi perturbado punto de vista.
Un saludete guap@s.
Se preveía una salida en tromba del United para dejar sentenciada la eliminatoria antes del descanso pero no ocurrió así. Un magistral Fernando Redondo, en su mejor partido como madridista, se comió desde el primer minuto a Roy Keane y marcó el ritmo de juego que le interesaba al Madrid. Se llevaba casi media hora jugada y el United todavía no se había acercado a la meta de Casillas mientras que las internadas de Roberto Carlos y Michel Salgado por las bandas hacían enmudecer las gradas. Una de estas internadas por la banda derecha de Michel Salgado terminó con un centro al area del gallego que Keane metió en su propia portería. Antes del descanso ya había caido el segundo. La sorpresa estaba en marcha.
El United salió en tromba en la segunda parte buscando el milagro de anotar tres goles pero la defensa madridista no pasó ningún apuro y eran las contras blancas las más cercanas de terminar en gol. Entorno al cuarto de hora, en una de estas contras, Redondo se quedó encerrado hacia un costado por dos rivales. Entonces el argentino se sacó de la manga un regate memorable con el tacón, llegó hasta la linea de fondo y le puso un pase de la muerte a Raúl para que anotara a puerta vacia el tercero.
Le gesta estaba hecha. Lo imposible se había hecho posible. Me acuerdo de estar en un bar viendo el partido esperando a que pasara la procesión y de como las burlas de los antimadridistas a principios del partido se conviertieron en expresiones de asombro e incluso aplausos a la hazaña. Pocas veces se ha sentido uno más orgulloso de su equipo. La media hora que quedaba por jugar fue todo un disfrute. Dos golpazos de Beckham desde fuera del area se colaron en la puerta de Casillas pero no supusieron ningún peligro para la eliminatoria. El omnipresente Collina pitó el final del encuentro y todos sabiamos que la octava estaba mucho más cerca y que el Madrid, el Madrid de verdad, el de toda la vida, había vuelto.
Seguro que te estas preguntando que a que viene toda esta parrafada. Pues bien sencillo: como no tengo ninguna esperanza de que el Madrid asalte Highbury esta noche me doy animos a mi mismo recordando este gran partido que hizo el Madrid en la Gran Bretaña hace ya 6 largos años. Si, contra todo pronóstico, el Madrid pasa esta noche a cuartos, para las próximas eliminatorias volvere a echar la vista atras para narrar más hazañas. En cambio, si, como parece, los de López Caro se despiden esta noche de la Champions, esta sección tendrá una corta vida de solo un artículo.
Pd: ¡Enhorabuena a Villareal y Barcelona! Mañana, crónica de la jornada bajo mi perturbado punto de vista.
Un saludete guap@s.
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